lunes, 1 de diciembre de 2014

Una militancia artística: Mil Botellas


Cuando nació Mil Botellas, en 2007, los editores Ramón Tarruella y Sofía Silva no planearon llegar hasta aquí. Consolidaron una editorial con un fuerte perfil y una doble misión: dar luz a nuevos autores y reeditar obras de escritores olvidados. Eso que hoy llaman “rescate”.


Tarruella, uno de los dos pilares de esta editorial “chica”, como él mismo la describe, es también escritor y profesor de Historia. Nacido en Quilmes pero ciudadano platense, trabajó en oficios varios y colaboró en medios periodísticos. Hoy, a la par de su trabajo como editor, da clases y coordina talleres literarios. Publicó cinco libros: Crónicas de una ciudad: historias de escritoresvinculados a La Plata (2002); Mitos y leyendas de La Plata (2007); las novelas Balbuceos (en noviembre) (2009) y Allá, arriba, la ciudad (2010); y 1914:Argentina y la Primera Guerra Mundial (2014).

Evaluar, decidir, anhelar
Cuentos y novelas de autores varios conforman el catálogo de narrativa de Mil botellas: Gabriel Báñez (quien  inaugura la nueva colección Brindis con un libro de tres cuentos), Bruno Petroni, Rafael Barret, Bernardo Kordon, Juan Bautista Duizeide, Martín Malharro, Zuhair Jury, Alberto Vanasco y el mismo Tarruella.  

“Tengo una incapacidad para pensarme como editor de poesía. Pensar y decidir qué poetas son buenos o malos. Me encanta la poesía como lector y como fuente para mi obra narrativa”.

“Aunque reeditamos Balbuceos… (su primera novela), creo que no hay que publicar libros propios en la propia editorial. Si editás tres títulos al año y uno es tuyo, la idea de crear un espacio nuevo no funciona. Es una decisión personal.
En las reediciones buscamos incluir prólogos fuertes. Y parte del prólogo aparece en la contratapa. También usamos extractos de comentarios sobre la obra publicados en diarios y revistas”.

"Como objetivo a cumplir: hay muchos autores que ambicionamos tener y hoy no están, como Saer”.
 
 
Editar, escribir, militar   
Para Mil Botellas seguir publicando es, en sí mismo, un objetivo cumplido.

“Los bemoles -vender más, vender menos- a uno le duelen, pero son parte del recorrido.
Vengo del palo político. De una militancia que no logró contenerme. Hubo algo de desilusión. Hoy mi vida está rodeada de escribir, leer y dar clases.
Trabajo desde una militancia artística. Escribir no es solo contar una historia, sino la búsqueda de una estética. El compromiso con la palabra”.    

Pensar la identidad
“Club Hem, Pixel y La Talita Dorada están ocupando un lugar que era necesario. Están editando mucho y muy bueno. Están conformando, además, una identidad regional.
Siento, también, que en estas experiencias la relación escribir/publicar está demasiado cercana. Creo que debería el escritor recibir varias miradas… Madurar, antes de sacar un libro. No me parece positiva esa realidad para el autor. El tiempo dirá quiénes quedan, como han quedado hasta hoy Bañez y Brizuela.
Para nosotros no es una meta fortalecer esa identidad. Cuando algo se regionaliza demasiado, no me parece bueno. No es el proyecto que tengo ni tendría”.

Derivar
“Los libros tienen una estética fuerte. El diseño está tercerizado. De todos modos hay un diálogo fluido con los autores. A veces son ellos quienes nos aportan fotos para las portadas".

"La impresión también se terceriza. Las tiradas actuales son de 300, 500 o 1000 ejemplares, depende del caso”.  

Resistir
“Me gustaría ganar un cuarto de sueldo por lo que hago. Se requiere de mucha energía: las presentaciones, el traslado de libros, los intercambios por Facebook. Todo necesita un seguimiento. Pero si obtener mayores ingresos significa alterar la calidad de la editorial prefiero seguir así”.

Llegar al lector
“No tenemos tanta prensa como otras editoriales. Hay sellos de Buenos Aires que con dos o tres libros y poco tiempo de existencia logran mucha visibilidad. Hoy el autor tiene que poner el cuerpo literalmente en la promoción de su obra.
De cada tirada, 20 ejemplares van a prensa, en La Plata, Buenos Aires y algunos sitios del interior. Enviamos novedades a Radio Provincia y Radio Nacional. No trabajamos con distribuidoras. Posiblemente sea un error”.

Mil Botellas ya tiene numerosos puntos de venta en librerías de La Plata y de Buenos Aires, pero también en Paraná, Salta, Trelew, Necochea, San Luis, Santa Fe, Tandil y Montevideo, Uruguay.
 

 



Ampersand: al rescate de la cultura escrita


 


Sucesora del proyecto Editoras del Calderón, que desde 2006 publicó la revista “Páginas de Guarda” y libros que honran el proceso de edición, Ediciones Ampersand es una pequeña editorial dedicada a relevar y poner en circulación materiales valiosos acerca de la cultura escrita, que abarcan la historia de la lectura, de la escritura y del libro.

Comandada por Ana Mosqueda y Andrea Estrada, editoras provenientes del campo de Letras y docentes de la carrera de Edición de la UBA, Ampersand se define como un proyecto orientado a personas interesadas en el ámbito de la edición: “Ahonda en una línea editorial poco explorada en la Argentina, que reúne entre sus intereses principales, la historia y la transformación de las letras y de la palabra escrita, las artes gráficas y las ediciones cuidadas hasta el más mínimo detalle”. 
 
"El nombre de la editorial es un reflejo de su búsqueda temática. Detrás de este símbolo, &, se esconden siglos de historia. En sus orígenes, que datan del siglo I, se trató de la unión entre las letras 'e'  y 't' (et, en latín), dada por una escritura rápida, cuyo significado es ‘y’. Escrito como &, este nexo copulativo se pronunciaba 'et per se, et', que  quiere decir ‘y por sí mismo, y’. En 1837, el idioma inglés incorporó esta letra a sus diccionarios, traducida como ´and per se and´. El habla cotidiana contrajo la expresión a su nombre actual, ampersand".

El proyecto sueña, también, con funcionar como Centro de cultura, con una biblioteca especializada, una librería y un espacio para presentaciones de libros, charlas y ciclos.

En su Colección Scripta Manent, dirigida por Antonio Castillo Gómez, ya publicaron seis obras de calidad, tanto por su contenido como por el cuidado de las ediciones:   

La lectura y sus públicos en la Edad Contemporánea. Ensayos de historia cultural en Francia
Jean-Yves Mollier

La cultura de la corrección de textos en el Renacimiento Europeo
Anthony Grafton

Historia de la lectura y de la escritura en el mundo occidental
Martyn Lyons

La escritura. Ideología y representación
Armado Petrucci

Escrituras últimas. Ideologías de la muerte y estrategias de lo escrito en el mundo occidental
Armando Petrucci

Historia de la lectura en la Argentina. Del catecismo colonial a las netbook estatales
Héctor Rubén Cucuzza (dir.) y Roberta Paula Spregelburd (codir.)

 

 

 

jueves, 20 de noviembre de 2014

"Siempre nos quedará el libro"




[ RESEÑA ]

Nadie acabará con los libros
Umberto Eco – Jean-Claude Carrière
Entrevista de Jean-Philippe de Tonnac
Lumen, Barcelona, 2010
272 pp.

“Hemos demostrado la superioridad de los libros sobre cualquier otro objeto que nuestras industrias de la cultura han puesto en el mercado en estos últimos años”. Como una sentencia, el escritor y filósofo italiano Umberto Eco no vacila en afirmar que el libro demostró ser el único soporte capaz de “resistir a los ultrajes del tiempo”. Eco no está solo. El actor y guionista francés Jean-Claude Carrière también está convencido de que no hay nada más frágil y efímero que los soportes “modernos”.
Uno habla desde la escritura. El otro, desde el cine. Pero una misma certidumbre atraviesa Nadie acabará con los libros, un fascinante diálogo entre dos  maestros octagenarios, guiado por Jean-Philippe de Tonnac: la velocidad creciente con que envejecen las “nuevas tecnologías”.
En las últimas dos décadas, hemos asistido a las promesas de dispositivos para almacenar información que en poco tiempo se transformaron en objetos de colección: cintas de video, computadoras, CD-ROM.

“El olvido corre deprisa”, reflexiona Carrière, y los soportes contemporáneos nos condenan a adaptar nuestras formas de pensar, trabajar y archivar. Su conclusión es categórica: “la tecnología no es en absoluto una ventaja. Es una exigencia”.

Cada nuevo invento se nos presenta como capaz de superar los límites del anterior. “Como si fuera a barrer todo lo que lo precede”, explica Eco, y a convertir en analfabetos a quienes lo rechacen. En la medida en que aparecen y se multiplican nuevas técnicas, instrumentos y lenguajes, para muchos sectores la cultura del libro pareciera amenazada.

La memoria
Hace ya más de 30 años decía Jorge Luis Borges: “De los diversos instrumentos del hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro. Los demás son extensiones de su cuerpo. El microscopio, el telescopio, son extensiones de su vista; el teléfono, de la voz; luego tenemos el arado y la espada, extensiones de su brazo. Pero el libro es otra cosa: es una extensión de la memoria y de la imaginación”. 
La idea de la memoria en peligro no es exclusiva de nuestros tiempos. Eco puntualiza que, a diferencia del cine, el culto a la página escrita y el hábito de coleccionar libros son tan antiguos como la escritura. El temor a la pérdida obligó a buscar sitios seguros donde resguardarlos: los monasterios. Y eso implicó un filtro: cuáles salvar y cuáles no. Pero el papel ha resistido el paso de los siglos: “sin electricidad todo está irremediablemente perdido. Al contrario, podremos seguir leyendo libros”.
En cine, dice Carrièrre, la perspectiva norteamericana impuso históricamente el borramiento de los modelos antiguos, en especial de los de calidad, ya que podrían hacerle competencia a las nuevas producciones: en esa lógica, se necesita siempre de un nuevo “Tarzán”, un nuevo “Zorro”.
La aceleración contribuye a borrar la memoria. Porque, a veces, “recordar es un problema, incluso un drama”.